De la PCR a los dispositivos “point-of-care”: el diagnóstico molecular rápido se mueve fuera del laboratorio | DiarioMedico

2021-12-27 19:16:46 By : Mr. Leon Fu

Al inicio de la pandemia nadie se podía imaginar que las NAAT (la más conocida, la PCR)  se iban a convertir en un concepto de uso generalizado. Ahora, cerca de que se cumplan dos años de la aparición del COVID-19 y con la nueva temporada de gripe, los nuevos sistemas de diagnóstico molecular point-of-care han llegado para llevar el diagnóstico fuera del laboratorio, pudiendo identificar patógenos en menos de 13 minutos1. Además, el proceso se ha simplificado hasta poder ofrecer resultados en pantalla del propio dispositivo e indicar el tipo de virus que puede haber infectado al paciente. La pandemia ha cambiado muchas cosas, entre las que se incluyen la forma en la que se diagnostican las enfermedades respiratorias y el flujo de trabajo en los laboratorios de Microbiología.

El Dr. Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid), cuenta que al principio de la pandemia ni siquiera disponían de los reactivos necesarios para poder diagnosticar el coronavirus. No obstante, con la publicación de su secuencia genética pudieron rápidamente diseñar pruebas de PCR que permitieron su detección, incluso antes de la comercialización de los kits diagnósticos. Más tarde, una vez se estandarizó el proceso de diagnóstico, se enfrentaron a los problemas de falta de suministros. “La etapa peor fue el desabastecimiento de materiales, sobre todo de materiales plásticos, de reactivos, de materiales de extracción… pero eso no sucedió solo en nuestro laboratorio sino en todos los laboratorios a nivel mundial y, especialmente, en los países en los que tenemos una carencia en cuanto a fabricación de elementos que nos ayudan a hacer estas determinaciones”, comenta.

Ahora la llegada de los nuevos dispositivos, como ID NOW™ de Abbott, suponen una nueva forma de diagnosticar el COVID-19 y poder diferenciarlo de otros virus estacionales como la gripe (influenza A &B) y el virus respiratorio sincitial (VRS). Al igual que sucedió con el lanzamiento  de los test de antígenos en octubre de 2020, las pruebas isotérmicas de amplificación de ácidos nucleicos están llamadas a cambiar la forma de manejar la pandemia. “De la noche a la mañana redujimos la carga asistencial que teníamos porque disminuyó el número de pruebas, pero eso nos facilitó poder volver a hacer estudios ‘de segundo escalón’, como estudios de variantes, secuenciación del virus… Los laboratorios de Microbiología nos hemos ido adaptando a las circunstancias de la pandemia”, detalla Cantón.

Pese a que el pasado año la circulación del virus de la gripe fue baja, la flexibilización de las medidas anticovid plantea un nuevo escenario. “Existe incertidumbre acerca de la llegada y circulación de los virus gripales. Ya se ha documentado la presencia de cepas de virus de la gripe A H3N2 en nuestro país”, señala el Dr. José María Eiros, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Río Hortega y director del Centro de Gripe de la OMS de Valladolid, que añade: “Sabemos que la actividad de la gripe ha sido baja y moderada en el hemisferio austral, pero ello no nos exime de mantener una actitud de diagnóstico proactivo en el entorno asistencial que tenemos encomendado”.

En este contexto, los especialistas señalan la necesidad de poder realizar un diagnóstico diferencial de los diferentes patógenos (COVID-19, gripe, VRS). “Nuestra pretensión es disponer de métodos de diagnóstico específicos que permitan etiquetar los cuadros respiratorios desde el punto de vista etiológico. Sin duda las plataformas moleculares representan un gran avance”, apunta Eiros.

En ese mismo sentido Cantón señala que “poder diferenciar entre virus respiratorios este otoño es fundamental, no solo porque va a modificar el manejo de los pacientes, sino que va a marcar las estrategias de contención del coronavirus” puesto que, además, “los síntomas iniciales de este tipo de patologías respiratorias son indistinguibles”.

Para ello, la tecnología del sistema molecular ID NOW™ permite llevar a cabo pruebas considerablemente más rápidas que con cualquier otro método molecular, más precisas que con los procedimientos de detección rápida convencionales y de forma sencilla incluso fuera del laboratorio. Así, la prueba ID NOW™ COVID-19 produce resultados positivos en 13 minutos o incluso menos1, el dispositivo ID NOW™ Influenza A & B 2 proporciona resultados positivos en tan solo 5 minutos, con un 95% detectado en 7 minutos1 y resultados negativos en 13 minutos2; ID NOW™ Strep A 2 (para la detección del Streptococcus pyogenes, principal agente bacteriano en la faringitis) ofrece resultados positivos detectados en tan solo 2 minutos3 y resultados negativos en 6 minutos4, e ID NOW™ RSV ofrece resultados en 13 minutos o menos.

La pandemia cambió el flujo de trabajo de los laboratorios de Microbiología que ahora afrontan el reto de los virus estacionales. “El sistema de vigilancia de la gripe trasladado al ámbito asistencial puede ofertar un excelente rendimiento”, indica el jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Río Hortega.

Para la compañía biofarmacéutica GSK, 2020 y 2021 han sido años en los que su principal objetivo a nivel mundial ha sido la búsqueda de soluciones para frenar la COVID-19, así como también estar preparados para posibles futuras pandemias. Desde el inicio del coronavirus, GSK ha utilizado su experiencia científica y tecnológica para marcar la diferencia de la manera más rápida y segura posible. Actualmente, están trabajando junto a varios socios científicos y cuentan con uno de los portafolios más amplios de la industria farmacéutica, que abarca desde la prevención hasta el tratamiento, con tres vacunas adyuvadas y dos medicamentos de anticuerpos monoclonales neutralizantes en ensayos clínicos. 

Históricamente muy pocos virus han desaparecido por completo, y la mayoría de expertos coinciden en que es muy probable que debamos aprender a convivir con el SARS-CoV-2 a largo plazo. La COVID-19 podría convertirse en una enfermedad endémica, como ha ocurrido con la progresión natural de muchas otras infecciones. 

Teniendo en cuenta que la inmunización no llegará, al menos de forma inmediata, al 100% de la población mundial, es importante que se sigan buscando alternativas y opciones que nos ayuden a prevenir y tratar este coronavirus. Los tratamientos desempeñan un papel clave para reducir sintomatología, salvar vidas y liberar capacidad en las unidades de cuidados intensivos. Son esenciales para controlar la enfermedad en curso, para pacientes que todavía no están inmunizados, para personas que no pueden vacunarse o para retrasar la progresión de la enfermedad en pacientes de alto riesgo. Además, no hay que olvidar que constantemente van surgiendo nuevas variantes del virus. Por otra parte, no todo el mundo tiene acceso a la vacuna. 

Entre estos nuevos tratamientos para la COVID-19, destacan los anticuerpos monoclonales neutralizantes, que podrían ayudar a la población más vulnerable. Desde GSK se está estudiando este tipo de medicamentos para ser utilizados en una fase inicial de la enfermedad en la que hasta ahora no había soluciones terapéuticas. En ese espacio de tiempo, hay ciertos pacientes de riesgo que tienen más propensión a complicarse que otros: personas de edad avanzada, diabéticos, obesos, o pacientes con enfermedad renal crónica, cardiovascular, respiratoria o inmunosuprimidos. Se trata de adelantarse al virus y no esperar a que el paciente llegue al hospital.

Pero, ¿qué son y cómo funcionan estos anticuerpos monoclonales neutralizantes? Una de las formas en las que el sistema inmunitario hace frente a las sustancias extrañas es mediante la producción de anticuerpos. Estos anticuerpos circulan por todo el organismo hasta que se encuentran y se adhieren al antígeno. El sistema inmunitario produce anticuerpos para destruir los antígenos. La terapia con anticuerpos utiliza anticuerpos monoclonales que se producen o se clonan a partir de células inmunitarias en un laboratorio y derivadas de las células B de un huésped infectado. Al estar dirigidos frente a antígenos específicos, podrían ayudar a nuestro sistema inmunitario a acabar con enfermedades como la COVID-19 y sus distintas variantes. 

A diferencia de las vacunas, estos potenciales tratamientos combaten directamente las infecciones sin esperar a que nuestro sistema inmunitario responda al virus. Están diseñados para evitar la infección de las células adhiriéndose a la proteína S del SARS-CoV-2 y neutralizando el virus. En otras palabras, su objetivo es bloquear la entrada del virus en las células sanas para que no pueda replicarse y eliminar las células infectadas.

GSK, en colaboración con la compañía Vir Biotechnology, está trabajando en la investigación de dos anticuerpos monoclonales que podrían utilizarse como tratamiento o como terapias preventivas para luchar frente a esta pandemia y futuros brotes. Hay países como Estados Unidos, Australia, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Reino Unido o Italia, donde los anticuerpos monoclonales ya se están utilizando de forma importante y están incorporados en el protocolo estándar para los pacientes infectados y con riesgo de progresar en la enfermedad. Además, no es la primera vez que se desarrollan este tipo de fármacos, para otras enfermedades como el virus del ébola ya se han empleado anticuerpos monoclonales. 

Rafael Cuervo, responsable médico de GSK en España de tratamientos para la COVID-19, destaca que aunque las vacunas sean efectivas, es difícil prever y estimar el tiempo que durará la cobertura vacunal y es previsible que se necesiten vacunas de recordatorio para complementar la inmunización. “La misión de estos tratamientos para la COVID es aportar una solución terapéutica a los pacientes infectados que haga que el virus no progrese y vaya a más. La protección concedida por las vacunas, junto con la relajación de las medidas de distanciamiento, más la aparición de nuevas variantes, resulta ser un cóctel que hace que la vacuna no nos permita recuperar esa ‘normalidad’ al 100% y, por lo tanto, necesitemos tratamientos de apoyo", comenta el responsable de la compañía.

Además de la investigación en los anticuerpos monoclonales, GSK está aplicando su experiencia en el campo de la inmunización para el desarrollo de vacunas adyuvadas basadas en proteínas. Y es que el uso de un adyuvante puede ser de particular importancia en una situación de pandemia, ya que puede reducir la cantidad de antígeno requerido por dosis, permitiendo que se produzcan más dosis de vacuna y, por lo tanto, contribuir así a proteger a más personas. Además, los adyuvantes han demostrado ser muy útiles para mejorar la respuesta inmune en poblaciones más vulnerables como los adultos más mayores. Actualmente, GSK está colaborando con Sanofi, la compañía surcoreana SK Bioscience y Medicago de Canadá. Todas ellas están actualmente en ensayos de fase III. También están investigando una nueva generación de vacunas de ARN mensajero para la COVID-19, colaborando con CureVac para desarrollar conjuntamente una vacuna candidata multivalente para uso endémico y pandémico, con el potencial de proteger frente a múltiples variantes emergentes mediante una sola vacuna.

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