Prueba de COVID en farmacias: ¿Qué tipos existen y cuánto cuestan?

2021-12-14 20:45:22 By : Ms. Lotus Taylor

El Ministerio de Salud ha autorizado la venta de pruebas de autodiagnóstico de COVID-19 en farmacias sin necesidad de prescripción médica, medida que servirá "para diagnosticar con mayor rapidez los casos positivos, e incluso los asintomáticos". El objetivo es fortalecer la capacidad diagnóstica del Sistema Nacional de Salud, y también aligerar su carga de trabajo, en un momento en que el país enfrenta la quinta ola de contagios y la incidencia es desenfrenada, especialmente entre los más jóvenes.

A continuación se intenta dar respuesta a las principales interrogantes que puede plantear esta medida:

Básicamente hay dos: prueba de antígeno y prueba serológica. El real decreto aprobado por el Gobierno la próxima semana incluye ambas modalidades, pero los antígenos son los más importantes para interrumpir posibles cadenas de transmisión. Actualmente existen al menos tres marcas diferentes de anticuerpos y cinco pruebas de antígenos en el mercado.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha asegurado que garantizarán que el precio de estas pruebas es "asequible", aunque todavía no ha precisado ninguna cifra base. Se estima que estas pruebas se pueden adquirir a un precio de entre cinco y diez euros en las farmacias españolas. 

La principal diferencia es que, mientras que la prueba de antígeno permite la identificación de infecciones activas, la prueba serológica detecta anticuerpos -las proteínas que produce el sistema inmunológico para atacar virus y bacterias-, revelando así episodios que estaban activos en ese momento pero que ya no son. son. Para prevenir la propagación del virus, las más efectivas son las pruebas de antígenos, ya que detectan a aquellas personas que están desarrollando la enfermedad y son potencialmente infecciosas, por lo que se pueden aislar. La fiabilidad de esta prueba es muy alta, especialmente en los primeros cinco días desde el inicio de la infección.

Las pruebas de antígeno se presentan como pequeños dispositivos rectangulares, acompañados de un hisopo para extraer la muestra y de un líquido reactivo. Por su parte, las pruebas serológicas suelen basarse en una tira que ya tiene incorporado el reactivo, aunque también se puede añadir manualmente como en el caso de los antígenos.

Las pruebas de antígeno funcionan de manera muy simple: con un palito o hisopo, la muestra se recolecta del interior de la nariz, una muestra nasofaríngea, como en las pruebas de PCR, aunque, según el fabricante, puede ser suficiente una muestra de saliva. . A partir de esta muestra se pueden detectar proteínas específicas, conocidas como antígenos, que se encuentran en la superficie del virus y son las que suelen despertar la respuesta inmune. En el caso de que el reactivo, en contacto con la muestra, denote su presencia, estos antígenos actuarán como marcadores, indicando una infección activa. Las pruebas serológicas presentan incluso menos complicaciones en su uso. Una gota de sangre que es extraída por el propio paciente (mediante un pinchazo en el dedo, por ejemplo), se pone en contacto con la tira reactiva mediante una pipeta, que sería suficiente para detectar los anticuerpos si el organismo se hubiera desarrollado. ellos por haber sufrido previamente el ataque del SARS-CoV-2.

Si el resultado de la prueba de antígeno es positivo, se marcarán las líneas de prueba (T) y control (C). Si es negativo, solo se marcará la línea de control (C). En cualquier caso, la prueba debe tener la línea de control (C) claramente visible. Si no aparece, significa que la prueba es defectuosa y, por lo tanto, no es válida. En el caso de las pruebas serológicas, después de que el reactivo entre en contacto con la gota de sangre, el dispositivo indicará si las inmunoglobulinas IgG e IgM están presentes.

Ambas pruebas, tanto antigénicas como serológicas, se clasifican como "rápidas". En cualquiera de ellos bastará un máximo de quince minutos para conocer el resultado.

En caso de obtener un resultado positivo en una prueba de antígeno, es necesario autoaislar inmediatamente e informar a los servicios de salud. Estas personas que den positivo deberán confirmar el resultado con una PCR más precisa. Si el resultado de la prueba de antígeno es negativo pero existe la sospecha clínica de tener la enfermedad COVID-19, también se recomienda realizar una prueba de PCR convencional para aclarar dudas. Tampoco debemos olvidar que la cuarentena de diez días también sería necesaria si la prueba sale negativa pero hemos estado en estrecho contacto con una persona infectada.

Las pruebas de antígenos se caracterizan por un menor nivel de fiabilidad que las pruebas de PCR, especialmente en casos asintomáticos. Es una herramienta útil cuando se realiza en una población con síntomas y se interpreta adecuadamente, pero en ausencia de síntomas la proporción de falsos negativos es mayor y por tanto un resultado negativo no descarta por completo la infección por COVID. La prueba de antígeno es especialmente útil durante los primeros siete días de la infección o en los primeros cinco días posteriores a la aparición de los síntomas, cuando hay una carga viral más alta.

Las pruebas rápidas de anticuerpos también han sido criticadas por su confiabilidad limitada, que está especialmente probada cuando se trata de informar falsos negativos. En cualquier caso, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) recomienda el uso de aquellas pruebas que tengan una especificidad del 97% y una sensibilidad del 90%. Además, deben contener el marcado CE. Las farmacias asegurarán la mínima calidad de estas pruebas.

Se trata de una medida que el sector de la farmacia comunitaria venía exigiendo desde hace meses, aunque Salud nunca había respondido a su solicitud. Si lo hace ahora, como justifica Carolina Darias, se debe a la necesidad de incrementar la capacidad diagnóstica del Sistema Nacional de Salud para los casos leves y asintomáticos, ya que "la mayoría" de los positivos de esta quinta ola se encuentran en el grupo de edad entre 12 y 29 años, y no presentan síntomas o lo hacen de forma muy leve.

Como se señaló anteriormente, las pruebas de antígenos tienen una sensibilidad menor que las pruebas de PCR para detectar infecciones activas, especialmente en casos asintomáticos. Ésta es una de las principales razones dadas por los expertos en salud pública que se han opuesto a su venta en farmacias sin receta. También argumentan que pueden conducir a una falta de coordinación con la red de vigilancia epidemiológica, lo que podría tener dificultades para incluir resultados positivos y su trazabilidad. Finalmente, señalan que pueden ofrecer una falsa sensación de seguridad a quienes obtienen un resultado negativo, pues a pesar de ello pueden infectarse y transmitir el virus. Algo similar a lo que podría suceder en las pruebas serológicas, en este caso si el resultado fuera positivo, ya que la presencia de anticuerpos tampoco garantiza inmunidad, y esa persona podría reinfectarse.